sábado, 27 de noviembre de 2010

Relicario Iglesia de Santa María


Santas Afecta, Águeda, Apolonia, Catalina, Cecilia, Emburgia, Práxedes, Inés, Justina, Potenciana, San Agustín, Jerónimo / Ambrosio, Basilio magno, Apolinario, Crisóstomo, Blas, Cipriano, San Aniceto, Ceferino, Clemente, Esteban, Gregorio magno, Martín / Sotero, Silvestre, San Juan Bautista, Pedro, Felipe apóstol, Santiago el menor, Lucas, Marcos, Mateo, Pablo, Esteban, Basilio / Zenón, Epímaco, Procacio, Felipe, Vidal, San Mauricio, Sebastián, Jorge, Cosme, Damián, Buenaventura, Pedro mártir / y Tomás de Aquino
Anónimo
Finales del siglo XVI
Madera policromada. 0,55 cm. (en nichos 0,72 × 0,46 m)
Iglesia de Santa María del Castillo. Olmedo (Procedentes del Monasterio de La Mejorada)
En un singular retablo de estructura reticular, formada por nueve calles y cinco pisos, se disponen cuarenta y nueve bustos relicarios: cuarenta y cinco en los encasamentos o nichos del retablo y los cuatro restantes sobre el piso superior flanqueando, dos a dos, un busto del Padre Eterno, de tamaño ligeramente mayor que el resto, que se halla en el interior de un pequeño frontis situado sobre las tres calles centrales. El conjunto carece de fondo y su ornamentación se limita a finas columnillas de fuste estriado que separan los diferentes huecos, en cuyas caras interiores –superior y laterales– se aplicaron labores pintadas de figuras geométricas y vegetales. Las dos calles del lado derecho, están mal ensambladas al resto del retablo por haberse añadido con posterioridad al conjunto original; esta circunstancia se acentúa al comprobar cómo las tarjetas inferiores del banco en estas dos calles carecen de los correspondientes nombres de apóstoles, que sí aparecen en el resto de las mismas.
 
 
 
 

El retablo fue elaborado originariamente para la capilla que D.ª María de Toledo, esposa de D. Alonso de Fonseca, había mandado construir para su enterramiento en la iglesia del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Mejorada1. Terminada de edificar en 1513 y situada en el lado del evangelio, junto a la cabecera, desde finales del siglo XVI esta capilla fue conocida como «de las reliquias», quizá desde el momento en que se construyó para ella este retablo relicario. Con motivo de la Desamortización el conjunto se trasladó a la iglesia parroquial de Santa María del Castillo, instalándose primeramente a los pies de las escaleras de la capilla mayor del templo, frente a la puerta de la sacristía; tras las obras de restauración de la iglesia de 1959, el conjunto se ha colocado definitivamente a los pies el templo debajo de la tribuna del coro2.
Cabe recordar en este punto que la «capilla de las reliquias» de la Mejorada acogió una treintena más de relicarios de diferentes tipologías –pirámides, brazos, viriles, templos, etc.–, que se trasladaron durante la exclaustración al camarín de la capilla de Ntra. Señora de la Soterraña3; entre ellos había tres de apóstoles muy similares a los del conjunto que ahora analizamos4. Suponemos que algunos de estos relicarios son los mismos que en 1608 donó el Duque del Lerma para la capilla de los Fonseca o «de las reliquias»; entre otros, los de los Santos Prudencio, Gallo, Primitivo, Vito, Epímaco, Gordiano, Felipe, Marcial, Lucía, Vitoria, Evaristo… todos ellos «con su reliquia y beril»; huesos de Santa Ufrasina, San Fabián, San Sebastián, San Esteban; una pirámide con tres reliquias, una cruz de ébano con los extremos de plata, etc.5.
 
 
 
 
 
 
 
 

Acerca del origen del conjunto de reliquias contenido en el retablo, un libro de fábrica de la parroquia olmedana de San Andrés –adonde se trasladó en 1840 el busto con la reliquia de este santo apóstol– recoge la tradición de que los cuarenta y nueve restos habían sido enviados desde Roma, en tiempos de Felipe II, a instancias del propio Santo Padre6. Con respecto a los bustos escultóricos –treinta y nueve son de santos y diez de santas– se aprecian las diferentes concepciones de estilo que conviven en Castilla a partir de las décadas centrales del siglo XVI. Los personajes representados pueden ser identificados fácilmente ya que en el interior de las tecas –todas de formato ovalado y abiertas en el pecho– aparece la correspondiente cartela sobre la reliquia. En ningún caso los santos muestran sus atributos iconográficos particulares; no obstante, son reconocibles a primera vista los ocho papas que aparecen tocados con la tiara de triple corona o los siete obispos que llevan mitra; asimismo, destacan los tres santos guerreros revestidos de armadura y los dos santos de los extremos superiores que se cubren con bonete.

Las tarjetas del banco del retablo contienen los nombres de los apóstoles: Felipe, Santiago el Menor, Pablo, Pedro, Andrés (el busto es de San Marcos)7, Mateo y Bartolomé, y se corresponden con los nombres que aparecen en las tecas de los bustos (los dos recuadros siguientes, como ya vimos, no contienen nombre alguno, aunque sabemos que los bustos correspondientes guardan las reliquias de Santa Justina y San Pedro Mártir). En definitiva, estamos ante un retablo de muy sencilla composición concebido para alojar, a modo de columbario, una variada colección de bustos de hechura y tamaño similares, que hoy en día nos recuerda la enorme importancia que tuvo en su momento el culto a las reliquias.
Antonio Sánchez del Barrio.

1 P. MATAMALA y J. URREA, J., La nobleza y su patrimonio artístico en Olmedo, Valladolid, 1998, pp.41.
2 E. R. GARCÍA-MURILLO BASAS, Historia de Olmedo (la Ciudad del Caballero). Valladolid, 1986, p. 176.
3 Ibidem, p. 178. García-Murillo continúa diciendo que «De ellos subsisten veinte. Tres más parecidos en el Museo Diocesano de Valladolid».
4 J. C. BRASAS EGIDO, Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid. Antiguo Partido Judicial de Olmedo. Valladolid, 1977, p. 165. Estos conjuntos de relicarios alojados en la «capilla de las reliquias» también fueron citados en M. ARIAS MARTÍNEZ y J. I. HERNÁNDEZ REDONDO «El patrimonio artístico de los conventos de Olmedo y Nava del Rey», en Clausuras. El patrimonio de los conventos de la provincia de Valladolid. Valladolid, 2001, p. 40.
5 P. MATAMALA y J. URREA, Ob. Cit., p. 42. Esta información en: AHPV, Protocolos, leg.10.966, ff. 423r-424v.
6 Ibidem, nota 117.
7 Como ya hemos dicho, el busto de San Andrés se trasladó en 1840 a la parroquia de este nombre y quizá actualmente se conserve en el camarín de la Soterraña.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La platería en las iglesias de Olmedo.

LA PLATERÍA EN LAS IGLESIAS DE OLMEDO.
UN TESORO DESCONOCIDO.


José Carlos Brasas Egido
Catedrático de Historia del Arte
Universidad de Salamanca



            La magnífica exposición que, coincidiendo con la Semana Santa del año 2007, se muestra en la villa de Olmedo constituye toda una revelación, pues hasta el presente la mayor parte de las piezas ahora expuestas eran prácticamente desconocidas. El justificado celo puesto en su conservación y custodia, ha  dado lugar a que ese rico y variado tesoro de orfebrería religiosa haya permanecido hasta ahora prácticamente inédito. Salvo alguna excepción, el resto de piezas pertenecientes a las distintas iglesias parroquiales de Olmedo no había sido exhibido hasta ahora ni tampoco estudiado. De ahí el extraordinario interés que reviste esta exposición, que viene a completar nuestro conocimiento de la platería en la provincia de Valladolid.
            Las piezas muestran un variado repertorio que va desde la platería de fines del siglo XV y la del renacimiento hasta las de estilo barroco y rococó. Por sus punzones comprobamos que las del siglo XVI en su mayoría proceden de los talleres de Medina del Campo y Ávila, destacando algunas de ellas marcadas por los Alviz, afamados plateros abulenses.  De tan variado conjunto de piezas destacan las cuatro cruces parroquiales, ejemplares de muy buena calidad. La más antigua es una cruz gótica flordelisada de finales del siglo XV con bellas placas grabadas en sus brazos. Le sigue una formidable cruz plateresca, perteneciente a la iglesia de San Miguel, obra de muy rica decoración de grutescos “a candelieri”. La tercera es de la segunda mitad del siglo XVI, también de fabricación abulense y de un estilo ya manierista. Perteneciente a la iglesia de Santa María, ofrece una rica iconografía tanto en su cruz propiamente dicha como en su hermoso castillete. La cuarta y última cruz parroquial pertenece a la iglesia de San Pedro, como se comprueba en el medallón del reverso, en el que se efigia a San Pedro como pontífice sentado en cátedra.
            La serie de cálices de plata que se conservan constituye todo un muestrario de excelentes ejemplares que van desde finales del gótico a los de época neoclásica, pasando por dos piezas realmente espléndidas que corresponden al pleno renacimiento y al estilo rococó de mediados del siglo XVIII. En los cálices góticos y renacentistas comprobamos de nuevo las marcas de Medina del Campo y de Ávila –punzón de Alviz-, centros en los que se labraron la mayoría de las piezas de las iglesias de Olmedo.
            Asimismo son muy interesantes las custodias de tipo sol conservadas, las tres del siglo XVIII. Dos de ellas son de talleres salmantinos, como ponen de relieve sus punzones de localidad y de los plateros que las marcaron Villarroel y Figueroa. Especialmente notable es la primera que responde a la conocida tipología de ángel tenante del viril, obra de cuidada factura y suntuosa decoración. La mejor no obstante es la tercera custodia, que ostenta marca de Madrid y de un platero denominado Donato. Es pieza cortesana de muy elegante diseño y con decoración de pedrería, tal vez encargada y donada a la iglesia de San Miguel por Don José de Alaiza y Zuazo, jefe de las Reales Tapicerías del rey Carlos de Nápoles y las dos Sicilias (luego Carlos III de España) y ayuda de cámara del monarca, a cuyas expensas se realizó en 1746 la capilla de la Virgen de la Soterraña.
            Completa el conjunto de piezas expuesto una variada serie de piezas de muy diferente función y tipología, ejemplares que van desde unas crismera de finales del gótico a una hermosa naveta del primer cuarto del siglo XVII con escudo del donante, pasando por dos incensarios de época barroca, varios pares de vinajeras, un juego de sacras del siglo XVIII, coronas de la Virgen, “lunas” de plata pertenecientes también a imágenes de Nuestra Señora, candeleros, etc. De todo ese variado conjunto destacan como piezas más notables un excelente hostiario  y una cruz de altar, ambas del siglo XVI y decorados con relieves con ornamentación de grutescos.

            En suma, como podemos comprobar en la citada exposición, las iglesias de Olmedo han conservado una colección de platería muy sobresaliente, totalmente desconocida hasta ahora y con ejemplares de muy buena calidad. Se trata de un verdadero tesoro de platería eclesiástica que constituye un valioso legado de siglos pasados, un conjunto de orfebrería religiosa que debemos conservar con esmero y que desde ahora ha de ser muy tenido en cuenta  dentro del rico e importante patrimonio artístico que aún conserva la histórica villa.